
Recientemente atendimos a una invitación a un evento en un hotel capitalino. Los organizadores, con toda la antelación del caso pasaron un formulario de “inscripción” solicitando los datos básicos y una pregunta simple sobre necesidades especiales de alimentación (alergias, intolerancias y similares).
Lo llenamos con la información correspondiente y nos preparamos para asistir al evento.
Al llegar los meseros y el capitán tenían conocimiento de la solicitud (1 punto +). De hecho inicialmente nos sirvieron una de las opciones de ensalada, la cual no contenía gluten (era de atún con lechuga y pasas). Sin embargo “para más seguridad”, en palabras del mesero, nos cambiaron la ensalada a una de solamente vegetales (no recuerdo que tuviera sal, ni vinagreta…).
Ahora el plato principal: ¿Carne o pescado? Nos decantamos. por carne.
¡Y llegó el plato! Una porción de arroz blanco, una de vegetales: vainica en mantequilla y un buen trozo de carne (¿lomito?) en buen término (casi tres cuartos), poca maduración y. sabor “suave”, en general bueno.
¿Y el postre? Una jugada “segura” de nuevo: plato de frutas tropicales, naturalmente libres de gluten.
¿El propósito de esta descripción? Llamar la atención sobre algunos aspectos.
Por un lado, esperábamos más de un servicio de alimentación donde ya habíamos tenido una buena experiencia en el pasado. Por otro, un la cocina de un hotel de esa categoría puede ofrecer un mejor desempeño en un evento programado. El servicio de alimentación para usuarios con alergias alimentarias es definitivamente un reto para los operadores. Si se trata de servicio al cliente, un esfuerzo bien vale la pena.
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